El panorama del campo mexicano revela condiciones alarmante con retiro de apoyos fundamentales a pequeños y medianos productores como si los proporcionan gobiernos en otros país por el compromiso de garantizar autosuficiencia y, por ende autonomía alimentaria.
Apenas conocimos reporte de especialistas del Inventario Nacional Forestal y de Suelos en el cual establece que el 45 % de la tierra con vocación agrícola se encuentra en alto grado de degradación.
Hablamos de una posición nada envidiable para un territorio como el nuestro señalado durante muchas décadas como el “cuerno de la abundancia”, producíamos comida suficiente y todavía exportábamos importantes excedentes a otras naciones de la región.
Por esa razón urge cambio de estrategia, retomar buenas y exitosas experiencias y devolver las ventajas tecnológicas y bondades de la naturaleza que nos acompañan.
A estas alturas del siglo XXI, las dificultades aparecen muy complicadas a nivel global, peor todavía desde el conflicto bélico de Rusia y Ucrania, principales proveedores de fertilizantes y otros agroquímicos con gran penetración en México.
En principio, de 2 años a la fecha duplicaron y hasta triplicaron su precio, inaccesible para la mayoría de ejidatarios y pequeños propietarios interesados y que saben cultivar maíz, frijol, arroz y demás productos de la canasta básica.
Siempre han sido importantes las soluciones ecoproductivas, pero según el investigador Francisco Javier Ugalde Acosta, coordinador de Divulgación del INIFAP, en este momento, por los antecedentes citados, constituyen la vía inaplazable.
45% de tierra agrícola presenta baja fertilidad
Se trata de los abonos verdes, mismos que el ingeniero Guillermo León Vallejo, oriundo de Veracruz Puerto, especialista del Campo Experimental Cotaxtla dio a conocer en 1955.
Programa muy completo que desafortunadamente autoridades y productores ignoraron.
Estudios serios, de bases científicas establecen que 20 kilogramos de semilla de canavalia produce de 20 a 30 toneladas por hectárea, misma que aporta 35 toneladas de materia verde y fija en el suelo un promedio de 50 kilogramos de nitrógeno por hectárea, valioso fertilizante orgánico; pero claro exige mayor trabajo físico a quien se encargue del proceso.
Ugalde Acosta pone énfasis al recomendar a la gente de campo iniciar el camino correcto, congruente con la realidad prevaleciente – suelo empobrecido e insumos químicos por las nubes -. Deben intercalar canavalia entre sembradíos de maíz, caña de azúcar, limón, papaya, árboles y otras especies con demanda interna y de comercio exterior, algunos compradores ya fijan requisito el uso de abonos verdes, un valor agregado.
Transcurrió más de medio siglo desde la presentación del recurso en favor de la fertilización de la tierra en Veracruz y resto del trópico mexicano y continúa la actitud indiferente de responsables de programas oficiales de naturaleza agropecuaria en torno a las bondades aportadas por la canavalía y otras leguminosas al alcance de la mano, con las cuales abaratarían el costo de producción, hacer rentable el trabajo de campo.
Técnicos del Campo Experimental Cotaxtla reiteran la apertura hacia el cambio más amigable con el ambiente para restaurar los suelos, devolverles fertilidad suficiente. Nunca es tarde para recomponer el rumbo y menos cuando se trata de la alimentación de la humanidad.
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