Son pocas las películas de terror mexicanas que logran destacar por mostrarnos algo interesante y atractivo que días después de haberla visto nos siga recordando alguna escena en especial. Esto, lamentablemente, no ocurre con “Los habitantes”, ya que pese a que su producción es de muy buena calidad, a que cuenta con buenos actores y logra mantenernos en suspenso sobre lo que en realidad le ocurre a ese joven padre de familia con dolores de cabeza extraños, llegando a su etapa de conclusión cae en algo muy básico, predecible y poco sorprendente, sumándole una escena final totalmente insípida.
Cuatro años después de su accidente, Emiliano regresa a Monterrey, solo para encontrarse cara a cara con los fantasmas de su nueva vida. Al parecer cuenta con una vida ideal, tiene una esposa y una pequeña hija que lo quieren mucho y es con las que ahora vivirá en una nueva casa que de igual manera refleja un sueño de una vida; pero en ese lugar algo comienza a ocurrir y él tiene visiones que lo hacen dudar sobre el sitio en el que se encuentra y en esos lapsos de olvido que no logra recordar de unos años atrás, lo que lo llevará a experimentar situaciones complicadas, una especie de rompecabezas mental del cual poco a poco irá acomodando sus piezas para descubrir una atroz verdad.
Este thriller de terror maneja buenas escenas de suspenso, los pocos efectos visuales de los que se apoya están bien logrados y la forma en que se va narrando la historia se siente correcta e interesante hasta el punto donde comienza a descubrir lo que ocurrió en aquella casa y los secretos que el protagonista ve revelados y que van de la mano con más integrantes de su círculo cercano, entre ellos su madre y un amigo.
Pese a tener una duración no mayor a hora y media, la película no logra destacar ni ser de aquellas que recordaremos, ya que basa su argumento al final de cuentas en un accidente casero, un descuido que trae una severa consecuencia, dejando así de lado algo atractivo.