La UNICEF ha venido promoviendo acciones en términos de recomendaciones para ayudar a los padres, madres y familiares de niñas, niños e incluso adolescentes en busca de orientar al mejoramiento emocional de todos ellos por los efectos ocasionados por la etapa de Covid – lo hayan padecido o no – pero que de varias formas ha impactado en la vida de la población.
Desde diversas disciplinas relativas a la salud advierten la aparición de situaciones estresantes a raíz de lo que vivimos por la pandemia, donde niñas y niños han venido presentando distintas reacciones como dificultad para dormir, dolor de estómago, estar enojados, con miedo y a veces todo el tiempo con alteraciones para ingerir sus alimentos, fragilidad a cambios de ambiente y virales, entre otras manifestaciones.
Los mismos especialistas coinciden en la alta y urgente necesidad de apoyarlos a partir de explicarles que los sentimientos de miedo como de preocupación, son situaciones o estados emocionales temporales y pasajeros, pero que requieren ayuda para saltarlos, y en ese nivel de escenario los padres y familia cercana tienen un rol muy importante que ejercer.
Ahora sabemos que el coronavirus nos causó afectaciones a todas las personas más allá de habernos infectado – en todas las edades, y muy en particular en el caso de los menores – aunque los contagios fueron más a personas mayores.
Y es que aunque se han registrado relativamente pocos casos de niños y niñas contagiados por el virus, la pandemia mundial está afectando a la infancia porque el entorno en el que crecen y se desarrollan están sufriendo las consecuencias derivadas del COVID-19 pues su impacto de manera negativa en las economías aún en las más avanzadas ha sido severo, pero podría tener consecuencias especialmente devastadoras en los países menos desarrollados, y es donde los sistemas de salud son más frágiles.
Son millones de niños, niñas y adolescentes que dieron positivo en la prueba de SARS-CoV-2, el virus que provocó el COVID-19 y México aunque en menor escala que países como USA, tuvimos -afortunadamente- menos casos que en los adultos. Sin embargo, a pesar de que hayan tenido pocos o ningún síntoma, los menores pueden desarrollar algunas afecciones después del COVID, incluso meses después. Algunas son menores y pueden desaparecer solas. Otras son más graves y pueden necesitar tratamiento, pero
lo más recomendable a decir de especialistas es hablar con el pediatra o médico a la mano sobre cómo estar atento a los síntomas persistentes o nuevos, y vigilar para atender los efectos que en lo posterior se han venido presentando o se harán presentes.
En este sentido, los efectos emocionales y en la conducta humana de los menores se empieza a manifestar de manera diferente, y será mejor no dejarlo sin atender.
Un café con doble carga
Las alteraciones no escapan a los mayores de edad por haberse contagiado de Covid y pueden tener varios síntomas. Las más persistentes pueden resultar diversas y quizá durar semanas, meses o incluso años después de la infección. A veces, los síntomas desaparecen o reaparecen, incluso, y lo mejor será atenderse
De sobremesa
De las secuelas que dejó el Covid son síntomas respiratorios, dificultad para respirar y tos que puede durar muchos días, síntomas cardíacos, como dolor torácico y palpitaciones. Síntomas neurológicos como dificultad para pensar y concentrarse – los especialistas le llaman niebla cerebral – dolores de cabeza y problemas para dormir. Síntomas digestivos como diarrea y dolor de estómago, hasta ahora es lo más detectado y que se sabe.
Un lechero light divorciado
La OMC recién informó que la mayoría de las personas que desarrollaron COVID se recuperan por completo, pero existen datos empíricos disponibles actualmente y parecen indicar que aproximadamente entre el 10% y el 20% de la población experimenta diversos efectos a medio y largo plazo después de recuperarse.
Un café con canela y panela
La declaración emitida en mayo pasado por el Comité de Emergencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su 15a. reunión es que el COVID ahora es un problema de salud establecido y persistente, y ya no constituye una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII). Esto implica que los países deben integrar las actividades de vigilancia y respuesta al virus en los programas de salud regulares o sea, debe haber un presupuesto preestablecido en los catálogos financieros del sector salud en su conjunto, y México incluido.
Un café para llevar
Tras más de dos años de crisis provocada por la pandemia, la región de América Latina y el Caribe se enfrenta a un profundo deterioro del bienestar y la salud de la población, así como de su situación económica. Esta situación, aunque exacerbada por los impactos de la pandemia, es el resultado de debilidades y desigualdades estructurales de muchos años, pero que en la pandemia colapsaron.
Un café negro veracruzano
Así pues, la confianza en los gobiernos – en materia de salud y economía – está en su punto más bajo en décadas – en América Latina y el Caribe – y justo en el más reciente informe regional de avances de la Agenda 2030, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), planteó que uno de los principales desafíos de cara al futuro es de carácter político e institucional: el reto de cerrar las brechas de desempeño y legitimidad, y en materia de salud resaltan y debe empezarse por diseñar y ampliar presupuestos o los problemas aumentarán.
¡ES CUANTO!
Por José Luis Enríquez Ambell
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