miércoles, noviembre 20, 2024
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Amante mandarina: ¿Chupas, muerdes o masticas?

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Mamada, felación, blowjob, bajarte por los chescos, o simplemente dar un guaguis, el sexo oral es un arte. Es curioso cómo en el folclor mexicano abundan los refranes y metáforas para esta práctica milenaria, y, mientras en la sobremesa te deshaces en halagos por unos buenos tacos de lengua, a la hora de hablar de sexo oral, la cosa cambia. Nadie habla, pero todos se entienden.

El sexo oral, es una práctica relegada a los susurros entre las sábanas y que aún escandaliza a la tía religiosa de la familia. Pero, ¿por qué tanta incomodidad? ¿Es por el simple hecho de que no tiene fines reproductivos? ¡Ah! Quizá ahí está la clave. Como el buen chisme en el café, el sexo oral no produce nada… excepto placer. Y, por lo visto, eso es lo que realmente asusta.

Nunca olvidaré mi primera experiencia chupando el maguito. Se llamaba Moisés. Un compañero de secundaria que aleteaba en mi estómago solo de verlo: cara llena de lunares, una especie de mapa del tesoro que nunca me cansé de explorar. Repasé en mi cabeza cada movimiento que vi entre sombras durante mis noches de Golden Channel. Hice todo lo posible por recordar los “consejos” que había hojeado en las revistas de mi mamá, mientras enfrentaba el miedo y el nerviosismo de ver un pene en close up por primera vez. Estaba fascinada por la cara de él disfrutándolo. Y fue esa tarde, en el salón del fondo, cuando recibí mi primer elogio en forma de orgasmo que salpicó mi cara y escurrió hacia mi boca.

Hacer una mamada puede ser intimidante, ya sea la número cien o si estás lidiando con el tamaño de tu pareja en turno por primera vez. Es un acto tan personal que revela más de uno mismo que cualquier confesión religiosa o sesión de terapia grupal. Requiere, sin duda, maestría: una combinación de paciencia, talento, y ese toque de picardía que solo la vida misma puede enseñar. Porque, vamos, ser buena en esto no es cuestión de genética, es pura vocación, dedicación y, por qué no, un poquito de descaro.

Chuparla es un proceso complejo y activo: debes coordinar tus labios, lengua y manos en la combinación perfecta, pero, a veces, puede resultar bastante complicado. Después de todo, ¿Dónde pones las manos (o, más importante, los dientes) y qué haces cuando tu pareja ya está llegando a la meta? Aún nos asusta hablar abiertamente de sexo, lo que convierte al “boca a boca” en una fuente dudosa de información sobre el sexo oral. Si alguien cercano nos pide consejos sexuales generales, no dudamos en darlos. Pero, cuando el tema es cómo hacer una mamada, de pronto nos atragantamos con las palabras… o nos sonrojamos. Es un acto tan íntimo que, en lugar de compartir los detalles con el mundo, preferimos guardarlos en secreto, aunque podríamos ayudar a nuestras compañeras a convertirse en maestras del arte. Por eso, en honor al Día Mundial del Sexo Oral, he decidido darle al mundo mi pequeña, pero muy funcional, guía para chupar el dulce, sin importar el sabor.

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa: la clave para una buena mamada es el entusiasmo. Parece obvio, pero a veces lo olvidamos. Tu pareja quiere sentir que te lo estás gozando tanto como él o ella, que no es solo un trámite sino un juego compartido. Si lo disfrutas, se nota, y si no, créeme, también se nota. Y ahí es cuando todo el encanto se desmorona.

Pero bueno, regresando a lo bueno y para que le des a tu lengua el lugar que merece, y dejes de morder el rebozo por el miedo al qué dirán. Empecemos.



1. Limpio, húmedo y listo
La higiene en el sexo oral es una regla de oro. Si te lanzas a la aventura sin una limpieza previa, podrías estar arruinando la experiencia antes de empezar. Una buena ducha o un lavado específico con agua tibia y jabón suave puede hacer maravillas, tanto para quienes damos como para quienes recibimos. Y no se trata solo de oler bien, sino de sentirte cómoda y segura, lo que aumenta la confianza en el momento. Si el juego incluye un “paseo por el jardín trasero”, asegúrate de que todo esté impecable, porque, aunque la lengua y los dedos pueden hacer magia, la limpieza es lo que realmente pone el toque final.

Por otro lado, recuerda que una boca bien hidratada es casi tan importante como la técnica. Un poco de lubricante comestible o mantener los labios y la lengua bien humectados puede transformar la experiencia. Así que, antes de lanzarte de lleno, asegúrate de estar hidratada, que todo esté limpio y con una buena dosis de lubricante a la mano. Aun así, recuerda que sino te sientes cómoda, o no existe la suficiente confianza respecto a tu pareja, siempre puedes usar un preservativo o esperar a que ambos se realicen pruebas de ITS. Nada es más importante que tu salud.

2. La actitud lo es todo
No te voy a decir que finjas ser la reina del blow job si no lo sientes. La autenticidad es clave, y lo más importante es que respetes tus deseos y tus límites. Algunas personas prefieren la penetración antes que el sexo oral, mientras que otras lo ven como el aperitivo perfecto. Y hay quienes, simplemente, prefieren saltarse esa parte por completo. No hay una respuesta correcta. Lo importante es que explores qué te enciende a ti mientras lo haces. Personalmente, lo que más disfruto es ver la reacción de mi pareja, escuchar esos gemidos bajos que me dicen que voy en la dirección correcta y sentir cómo su cuerpo responde con cada movimiento. Es esa mezcla de poder y entrega la que realmente me mantiene interesada.

3. El poder de la lengua
Aquí viene el dato curioso: según la ciencia, las mujeres tienen más probabilidades de alcanzar el orgasmo con el sexo oral que con la penetración. Parece que Freud estaba equivocado al pensar que un apego excesivo a la boca era cosa de niños. Si tan solo hubiera sabido cómo una buena sesión de cunnilingus podría salvar una relación al borde del colapso después de tantas series de Netflix.

Lo interesante es que las estadísticas también confirman que muchas parejas mexicanas están descubriendo que la vida sexual tiene más que ofrecer que el misionero, el perrito o el chivito en precipicio. Claro, la discreción sigue siendo el nombre del juego, pero la lengua… ah, esa sigue agazapada, esperando su momento para brillar. Y no, no en una cena formal, sino en la más íntima de las sobremesas. Así que chupa con confianza y desenfado, que te lo agradecerán.

4. Pregunta y observa las señales
Si estás buscando la receta secreta para la mamada perfecta, siento decepcionarte: no existe. Cada persona es un mundo, y lo que le funciona a uno puede dejar a otro completamente indiferente. Así que el mejor consejo que te puedo dar es este: pregunta. Sí, así de sencillo. Pregunta qué le gusta, dónde es más sensible, y cómo lo prefiere. ¿Te imaginas pasar años intentando adivinar lo que tu pareja quiere cuando podrías resolverlo en cinco minutos de conversación? CO-MU-NI-CA-CIÓN, ay esa maravillosa palabra. Ahí está la magia, el afrodisíaco más subestimado del mundo. Y si no te atreves a preguntar, entonces presta atención a las señales. Los gemidos, los movimientos del cuerpo, esas respiraciones profundas cuando tocas el punto exacto, son pistas que te dirán todo lo que necesitas saber.

5. Las manos son tu aliada
Pasemos a lo práctico. Las manos. ¿Cuántos memes no has visto diciendo que no se deben usar las manos? Que todo tiene que ser “boca y pura boca”. Bueno, lamento romper la fantasía, pero eso es como intentar comer sopa con un tenedor. Las manos no solo son útiles, son necesarias. Guían, acompañan, y añaden variedad. Puedes usarlas en la base del pene, rotarlas suavemente mientras te concentras en la punta, o incluso usar ambas manos si tu pareja calza grande. Y no, no tienes que ser una experta en malabarismo para hacer que funcione. Con práctica, encontrarás la manera de que ambas manos y boca trabajen en perfecta armonía.

6. Los dientes: mitos y realidades (entre todas las combinaciones)
Ah, los dientes. Esos mismos que muchas hemos aprendido a temer en el contexto del sexo oral. Tanto si te enfrentas a un pene como a una vulva, los dientes pueden ser tu mejor aliado o tu peor enemigo, dependiendo de cómo los uses. En el caso de los hombres, la regla básica suele ser: “no uses los dientes”. Pero, como en todo, hay excepciones. Algunos hombres disfrutan de un leve roce de los dientes siempre que sea suave y controlado.

Ahora, hablemos del sexo oral entre mujeres. La situación con los dientes es algo más relajada, pero no por eso menos importante. Cuando se trata de dar placer a otra mujer, puedes utilizar los labios y la lengua para crear distintas sensaciones, pero siempre con cuidado de no hacer contacto brusco con los dientes. Un roce ligero y bien colocado puede ser muy excitante, pero morder fuerte, bueno, probablemente no lo será tanto. Recuerda siempre mantenerte atenta a las señales, el uso de los dientes es un arte que puede hacer o deshacer la experiencia.

7. No olvides las pelotas (y las “pelotas”)
Las pelotas, esas olvidadas pero sensibles compañeras del pene. Al inicio, durante mis primeros años en este arte, las ignoré por completo, pensando que no pasaría nada si simplemente las dejaba fuera del juego. Pero, sorpresa: pueden ser una parte importante del placer masculino. Puedes empezar frotándolas suavemente con las manos mientras te concentras en el pene, o si te sientes valiente, usar la boca. Lo importante es ser cuidadosa, porque son muy sensibles. Si lo haces bien, añadir las pelotas al juego puede elevar la experiencia a otro nivel.

Y hablando de pelotas, no solo los hombres tienen las suyas. En el caso de las mujeres, los senos pueden jugar un papel igual de importante en la estimulación sexual. Ya sea que estés interactuando con una pareja mujer o un hombre que disfrute de los senos, no dudes en prestarles atención. Acariciarlos, besarlos o incluso pellizcar suavemente los pezones puede añadir una dimensión de placer que no deberías ignorar. Tanto los testículos como los senos tienen su propio lugar en el mapa del placer, y explorarlos bien puede ser la clave para una experiencia más completa.

8. Garganta profunda
Y si ya estamos hablando de llevar el placer al límite, no podemos dejar fuera la garganta profunda. Sí, sé que puede sonar intimidante, especialmente cuando lo ves en las películas porno. Pero aquí va la verdad: no tienes que ser una experta en garganta profunda para que tu pareja disfrute. Puedes intentarlo de manera gradual, relajando los músculos de la garganta y moviendo el pene más hacia el paladar que hacia la lengua para evitar el reflejo nauseoso. No tienes que dejar el pene ahí por un minuto completo; a veces, unos segundos son suficientes para encender a tu pareja. Y si no es lo tuyo, no pasa nada. Como dije antes, todo es cuestión de comunicación y respeto por tus propios límites.

9. Besos negros (y un poco más)
Si quieres llevar el placer al siguiente nivel, el beso negro es la carta secreta que pocas se atreven a jugar, pero que puede desencadenar sensaciones inolvidables tanto en hombres como en mujeres. Pero ojo, esto no es aventurarse sin previo aviso: antes de siquiera pensar en acercarte a esa zona, asegúrate de que todo esté en su sitio, impecable. Nada mata más rápido el deseo que una falta de higiene en un momento como este. Una vez superado ese umbral, empiezas con suavidad, como si estuvieras probando las aguas. Y sí, aquí la lengua es la protagonista, pero el truco maestro es saber cuándo meter el refuerzo: los dedos, bien lubricados y atentos a la reacción de tu pareja. Lo irónico de todo esto es que, mientras muchos se espantan con solo mencionar el acto, quienes lo prueban suelen descubrir que es más placentero de lo que jamás hubieran imaginado. Y si ya lo combinas con unas caricias estratégicas en los muslos o tu mano masajeando el pene o la vulva, estarás creando una obra maestra de placer que ni en sus mejores sueños se habría imaginado.

10. Tragar o no tragar
Llegamos a la pregunta del millón: ¿tragar o no tragar? Esto es completamente tu decisión. Algunas personas lo disfrutan, otras prefieren escupir, y ambas opciones son perfectamente válidas. Si decides tragar, y no eres tan fan de los ostiones tibios, te doy un tip: tener el pene más cerca de la garganta cuando tu pareja termine hará que el semen pase directo y no toque tanto las papilas gustativas. Si prefieres escupir, hazlo de manera elegante: abre la boca, deja que el semen gotee, y continúa con el juego. Al final del día, lo que importa es que ambos disfruten y se sientan cómodos.Verse un poco nasty le pone una pizca de sal al juego.

¿Y tú? ¿Qué truco es el que tienes bajo la manga cuando estás ahí abajo? Recuerda, la lengua tiene más usos que el de saborear el postre. Espero que esta breve guía te ayude mucho. Si tienes dudas, secretos que confesar o te atreves a contarme tus anécdotas. Las estaré comentando en mis redes sociales. Escríbeme a [email protected] Juntos podemos explorar y desmitificar el placer sin prejuicios. ¡Espero tus correos con ansias y deseo profundamente que tus orgasmos se multipliquen!

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