Toda la vida nos han dicho que no nos dejemos, que contestemos para que no nos pisoteen, que el que calla otorga, pero en nuestra cultura no está el guardar silencio y menos que el este gesto sea un gran poder.
Muchas personas asocian el silencio con la quietud o como una inacción a veces tensa. Entienden el silencio como un hueco que hay que rellenar y enfrentarse a él puede ser una experiencia incómoda.
Pero lo cierto es que un buen diálogo se fundamenta en el equilibrio entre el saber escuchar y el saber hablar.
¿Alguna vez has sentido que la mejor respuesta que puedes dar es el silencio? A veces, en medio de todo el ruido y la prisa de la vida, olvidamos que el silencio también puede ser un superpoder. Aquí te comparto algunas reflexiones sobre la belleza y la fuerza de callar.
Imagina que estás en una discusión acalorada. Las palabras vuelan de un lado a otro como flechas. Pero, ¿y si en lugar de lanzar otra flecha, decides guardar tu arco? Eso es lo bonito de callar a tiempo. Te permite tomar un respiro, calmar la mente y ver las cosas desde una perspectiva más amplia.
El silencio también puede ser una herramienta poderosa para demostrar tu inteligencia. Porque, seamos honestos, todos conocemos a esa persona que habla solo para oír su propia voz, ¿verdad?
Pero la verdadera inteligencia no necesita hacer ruido. Al contrario, a veces, es en el silencio donde nuestras ideas más brillantes cobran vida. Porque cuando callamos, podemos escuchar.
Escuchar a los demás, sí, pero también a nosotras mismas. Y eso nos permite entender mejor nuestro entorno y tomar decisiones más sabias.
El “verdadero y enriquecedor diálogo se da cuando se intercambian pensamientos, actitudes, experiencias, razón por la cual es importante saber escuchar”.
Y aunque nos pueda abrumar el silencio, este es “el antídoto a la mente tan dispersa a la que la vida actual nos conduce. Vivir ante un exceso de datos hace que la mente se sature y que, por lo tanto, el silencio interior no exista”, sin embargo, este “nos puede proporcionar sosiego en la mente frente a un mundo disperso”, concluye.
¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que el silencio es un superpoder que todos llevamos dentro.
No se necesita de grandes discursos para hacerse notar. A veces, nuestra voz más poderosa es esa calma que elegimos mantener en medio de la tormenta. Porque el silencio puede hablar más fuerte que cualquier grito. Puede ser un refugio en medio del caos, un espacio para conectar con nosotras mismas y con los demás a un nivel más profundo.
Como personas, a veces sentimos la presión de tener que decirlo todo, de tener que llenar cada silencio. Pero no hay nada de malo en callar. Al contrario, callar puede ser un acto de valentía. Un acto de amor hacia nosotras mismas.
Porque cuando callamos, nos damos permiso para ser. Para ser auténticos, para ser libres, para ser nosotros.
Por Isis Zavala
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