Lección N° 2 – ¿Quién Puede Estudiar la Sabiduría de la Cábala?
En esta lección estudiaremos sobre: El deseo – motor del desarrollo /El placer apaga el deseo / El punto en el corazón /La historia de la Cábala.
El Punto en el Corazón
Una de las preguntas más comunes y curiosas sobre la sabiduría de la Cabalá es: ¿quién puede estudiarla? Cuando se le formuló esta pregunta a Rabí Kook (1865 -1935), cabalista de gran envergadura que ofició como primer rabino principal de Israel, respondió simplemente: “quien así lo desee”. Quien quiera saber algo, quien pregunte, todo aquel que desee descubrir para qué vive.
Es la única prueba autónoma que debe hacer el individuo antes de estudiar la sabiduría de la Cábala – si existe en él el deseo de descubrir el propósito de la vida. ¿Tienes un deseo semejante? Entonces, puedes estudiar.
La persona llega a esta sabiduría buscando algo diferente, una nueva perspectiva de la vida. Inconscientemente, logra sentir que las respuestas a esas preguntas que lo incomodan se encuentran en un plano mucho más profundo que el que ofrece la vida cotidiana, en
este mundo.
Esa respuesta aparentemente sencilla de Rabí Kook a la pregunta -¿quién puede estudiar la sabiduría de la Cábala?, encierra una gran profundidad.
Para comprender, aunque sea un poco, la profundidad de su respuesta, debemos primero comprender cuán determinante es el deseo en la formación de la vida del ser humano en general y las razones que conllevan, a través de la maduración del deseo, a descubrir particularmente el propósito de la vida.
Los deseos no surgen así, de la nada. Estos se crean en nosotros inconscientemente, y suben a la superficie sólo al transformarse en un deseo definido. Antes de eso, no lo sentimos. A lo sumo podemos percibir una intranquilidad general.
Todos tuvimos esa sensación de querer algo y no saber exacta- mente qué. Esto ocurre cuando el deseo no ha madurado aun lo suficiente.
Platón dijo una vez: “la necesidad es la madre de la invención”, y tenía razón. La sabiduría de la Cábala explica que nuestra capacidad de aprender algo, depende necesariamente de nuestro deseo de aprenderlo. El deseo es la fuerza impulsora.
Es una fórmula muy sencilla: cuando deseamos algo, hacemos todo para conseguirlo; nos hacemos de tiempo, juntamos fuerzas y desarrollamos las habilidades necesarias. Con esto, podemos ver que el motor del cambio es el deseo. Más aun, la manera en que nuestros deseos se desarrollan, define y modela no sólo la vida del individuo en particular, sino también toda la historia de la humanidad.
El desarrollo de los deseos en la especie humana, fue empujando a la persona a estudiar su entorno para concretar sus aspiraciones.
A diferencia de las piedras, las plantas y animales, la persona está en un constante desarrollo. En cada generación y en cada persona, los deseos se van incrementando.
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