Un ejemplo de apoyo familiar, vocación y talento.
Por: Manuel Lucio/Retratista
Nacido en la CDMX en el año 2000, Jorge Cárdenas Reyes creció la mayor parte de su vida en Jalisco: “Soy un estudiante-atleta que representa académica y deportivamente a la University of the Incarnate Word. La natación ha sido una parte importante de mi vida desde que tengo memoria. Desde antes de cumplir un año, mi hermano se rompió la clavícula y le recomendaron hacer terapia que involucrara nadar. Al mismo tiempo, mis padres me introdujeron a nadar. A tan corta edad, aprendí a flotar y nadar, antes de poder caminar. También tengo recuerdos de mis padres dejándome nadar en la alberca durante algunas vacaciones a corta edad, lo que causaba que la gente alrededor se asustara y, al mismo tiempo, se sorprendiera de que supiera nadar. Nunca fui el mejor para seguir los métodos en los cuales todas las personas deberían aprender a nadar. A los cinco años, fui aceptado para entrar al equipo representativo de Acuática Nelson V. Interlomas. Competí por unos pocos años hasta que, por el trabajo de mi papá, nos mudamos a Jalisco, donde pasé una época bastante importante de mi vida como atleta, en las escuelas de natación Acali y Carril4tro, las cuales hicieron que mi pasión por la natación creciera”.
A los doce años tuvo su primera experiencia con los grandes de México, el campeonato nacional, el cual hizo que su motivación creciera, ya que quería ser uno de los nombres más importantes de México y representar a su país: “A los quince años, representé por primera vez a México en la Challenge Cup en San Diego Cal, en la cual se enfrentaba México contra EU obteniendo el tercer lugar. Tiempo después estuve en la situación más difícil de mi vida como atleta. Entrené como loco para calificar a mi primer Mundial Junior en Indianapolis. Me gané mi lugar, pero también quise negarlo. Los entrenamientos eran tan duros que simplemente ya me daba por vencido en la natación, pero mi familia me estuvo apoyando como siempre. Después me tomé un mes fuera del deporte para poder ver por mí si quería seguir nadando. Afortunadamente el amor por el agua seguía. Regresé a nadar y más fuerte que nunca antes. Me volví el tercer mejor nadador en 200 combinado individual en todo el país. Mi esfuerzo y el arduo trabajo me dieron la oportunidad de ir a estudiar a EU para poder seguir, por lo que me gustaría invitar a todos aquellos que tienen un sueño en el deporte a no rendirse; el camino puede parecer duro e imposible, pero la recompensa es aún mayor. Hacer deporte no es solo algo que se hace de vez en cuando, es una forma de vida que moldea tu carácter”.