El deseo fundido en cada platillo, el aroma que navega en el aire y que llega hasta cada una de las partes del cuerpo de aquellos seres que disfrutan, sentados a la mesa, de las diversas creaciones culinarias que se realizan dentro de las cocinas mexicanas, un arte como pocos que trasciende de generación en generación…
“Como agua para chocolate”, la popular historia tan nuestra está de regreso como una nueva adaptación del libro escrito por Laura Esquivel y que es uno de los grandes exponentes del realismo mágico y que nos ha acompañado todos estos años que ha permanecido en nuestro corazón gracias también a esa exitosa película estrenada allá por 1992, con Lumi Cavazos y Regina Torné, y que ahora MAX ha convertido en una serie que nuevamente le hace justicia con excelentes interpretaciones, una belleza en guión, fotografía, música y producción de primer nivel en todo el sentido de la palabra, siendo más realista como parte de esa narrativa de amor encantada.
Tita de la Garza y Pedro Muzquiz, son dos almas enamoradas que no pueden estar juntas debido a las arraigadas costumbres familiares, la cuales obligarán a nuestra protagonista a navegar con tintes y sabores mágicos entre el destino dictaminado por su familia, en especial su madre doña Elena, y la lucha por su amor mientras la acompañamos en su mayor refugio: la cocina.
LO BUENO: La serie, en sus seis episodios de los que está conformada la primera temporada, logra transmitir el olor de cada platillo, la emoción del amor, todo con el respeto que se merece la cocina de nuestro país, ese espacio que con los aromas y sus sabores ponen en orden las ideas, sin dejar de lado el toque de una preparación llena de pasión y sentimiento, contagiando alegrías o penas, ingredientes que ayudan a tomar decisiones y que son parte de la magia acompañada de la elegancia de un bordado, cada costura realizada con el tiempo necesario para lograr una gran creación, con esa pasión intensa que se despierta, que necesita una satisfacción carnal, donde los jóvenes están disponibles para casarse, y las mujeres buscan hacerse notar y darse a respetar, rompiendo las reglas de la moral social, con la explosión de los cuerpos desnudos, el incendio interior que se proyecta, con el deseo de un beso, un abrazo, un sudor que contamina la necesidad de éxtasis.
LO MEJOR: De inicio tenía mis dudas con la elección del cast para dar vida a los personajes principales, pero la sorpresa ha sido una experiencia totalmente grata, en donde Azul Guaita es ideal como Tita, tan única, decidida, temerosa por momentos por lo que representa su madre, Elena, una enormemente excelente Irene Azuela, mi personaje favorito por ese dolor interno que la lleva a convertirse en la persona más cruel; Pedro, con un Andrés Baida que por fin actúa bien, aquí como el eterno enamorado de Tita, quien no cumple de inicio su promesa de cartas, pero existe amor, desde el fuego de lo visual; pero a lo lejos la envidia de Rosaura, quien roba el amor de Tita y que lleva en la piel la actriz Ana Valeria Becerril, sin dejar de mencionar a Gertrudis, la rebelde de la casa interpretada por Andrea Chaparro, y la sabiduría de Nacha, Ángeles Cruz, quienes habitan en un tiempo de problemas políticos, ajustes de cuentas, soberbia y abuso de poder.
LO DESTACADO: Las interpretaciones del elenco, los escenarios elegantes, el vestuario y peinados de época, la música pomposa y aquellas que incluyen letras que acoplan de manera perfecta el momento que viven los personajes; el suave andar en esta producción que retrata la época de la elegancia en el hablar, el toque educado, donde el pudor era una virtud; el duelo entre familias, el que las mujeres no podían ser libres al momento de elegir con quién se querían casar.
EL MENSAJE: Tita sabía que su hermana Rosaura tendría el cuerpo de Pedro, pero ella tendría su corazón, Tita fue seleccionada, por una tradición cruel, para cuidar hasta el fin de sus días a su madre, lo cual representaría enorme dolor al tener que soportar golpes y prohibiciones por ser la hija menor en un tiempo de mujeres en la Revolución, pero en el calor incandescente de una preparación, no faltarán esas escenas que nos llevan a la reacción de cada bocado, pero esto apenas es el inicio, puesto que la batalla emocional y el deseo de cumplir los sueños llegará en la segunda temporada.