Lamentablemente las esperanzas que tenía en esta película, de producción mexicana, no logró superarse pese a que tenía las intenciones de ser un proyecto atractivo, y es que pese a tener escasos pero efectivos momentos de suspenso, los deficientes efectos especiales y la historia que para nada resulta atractiva, es lo que la hace aburrida aún cuando trata de justificar su narrativa bajo una leyenda mexicana, teniendo presencia de actores nacionales que no destacan, dejándola más como un proyecto de serie B mal aterrizado.
Paul Sturges lleva a su familia a Bahía Negra, la joya de la corona de Baja California y el sitio de la plataforma donde trabajó. Pero la vibrante ciudad costera mexicana que una vez conoció se ha derrumbado misteriosamente. En el decrépito pueblo fantasma, los últimos habitantes le dicen a Paul que la plataforma marina ha despertado al Demonio Negro. Asustados de quedarse solos, la familia sigue a Paul hasta la plataforma y, justo después de subir, el hombre y el bote que se arriesgaron a traerlos son atacados ferozmente por un enorme tiburón negro.
Este tiburón es diferente a cualquier otra criatura, que ha reclamado las aguas locales y carga repetidamente contra la plataforma petrolera, amenazando con destruirla. Bajo el ataque constante del monstruo gigante y con el tiempo literalmente corriendo, Paul debe encontrar una manera de llevar a su familia a la orilla con vida…
Nadie nos dijo que esto se enfocaría en un Megalodón, pero ahora con tintes mexicanos, y es que si algo busca uno ver en este tipo de películas con tintes de ciencia ficción, es precisamente vivir los momentos de tensión, peligro y destrucción con la presencia de este tiburón y justo ahí falla al no tener apariciones constantes, y en las pocas, brilla el mal resultado en cuanto a efectos especiales acartonados y viejos, acompañado de actuaciones y diálogos simples que se ven eclipsados por el pésimo doblaje nacional, tropicalizaron con un vocabulario florido donde predominan las groserías y leperadas innecesarias.