Me sorprende la respuesta del público para asistir a las salas de cine para ver las películas de terror, y más al tratarse de una historia que hace seguimiento a todo un legado de culto como lo es “Evil dead”, aquella cinta que en 1981 causó horror en las audiencias gracias a su buena dosis de terror y la interminable sangre, a lo cual le siguió otra película en 1987, que no logró el mismo éxito; y un reinicio en 2013 que destacó por su producción más no por ofrecer algo nuevo.
En “Evil dead: El despertar” la historia nos enfoca en dos hermanas separadas cuyo reencuentro se ve interrumpido por el surgimiento de demonios poseedores de carne, empujándolos a una batalla por la supervivencia mientras se enfrentan a la versión de familia más aterradora que se pueda imaginar. Una de ellas vive con sus tres hijos de distinta edad, mientras que la otra se encuentra de regreso en casa después de andar por la vida como grupi y ahora está embarazada; pero cuando ocurre un extraño temblor, un espacio es abierto y uno de los hijos obtiene un extraño libro forrado en piel y dientes, además de unos acetatos que al escucharlos traerá consigo el horror para toda la familia y los vecinos de aquel abandonado lugar.
Si bien este tipo de películas, en sus escenas de horror terminan por causar risa nerviosa entre el público, el valor más grande que se le puede dar a este seguimiento meramente innecesario es la calidad de producción con la que cuenta, el sonido y el enorme baño de sangre que nunca cesará durante toda la película, además de la violencia bien lograda y los efectos visuales, en donde se permite un homenaje a la famosa escena del elevador inundado de sangre y en la que todas las interpretaciones de los actores se logran de forma muy efectiva, es así como Alyssa Sutherland, Lily Sillivan y la pequeña Nell Fisher por completo son vistas desde este momento como unas auténticas “Scream queens” por naturaleza.