¿Todo lo que está pasando es de verdad o es una serie de coincidencias que los desastres naturales ocurridos se juntaron? Lo nuevo de M. Night Shyamalan no me terminó de complacer ya que se trata de una película de terror y suspenso psicológico muy tibia a la que le faltan muchísimas explicaciones que eran necesarias para poder comprender la conexión entre los personajes y el misterio de la llegada de aquellos cuatro seres a la cabaña donde se encontraban dos padres con su pequeña hija; entretiene y maneja buen ritmo desde los primeros minutos, pero es olvidable.
Eric (Ben Aldrige) y Andrew (Jonathan Groff) son una pareja perfecta y feliz que vive junto a su pequeña hija llamada Wen (Kristen Cui). La familia ha decidido pasar las vacaciones en una cabaña aislada en medio de la naturaleza. Una vez allí, Wen conoce a Leonard (Dave Bautista). Todo se complicará cuando en la cabaña aparecen tres extraños armados (interpretados por Rupert Grint, Nikki Amuka-Bird y Abby Quinn), quienes les obligarán a tomar una terrible decisión. Según ellos, tiene que cumplir una misteriosa visión que les indica que hay que sacrificar a alguien de los habitantes de la cabaña para salvar el mundo de una serie de catástrofes que están a punto de ocurrir.
Tenemos momentos de violencia que nos toman por sorpresa después de que la pareja no acepta ser parte de una terrible decisión, por lo que uno a uno de los visitantes van muriendo y eso nos lleva a ver la pantalla del lugar con noticias de última hora que están ocurriendo en el mundo con enormes desastres naturales y accidentes, pero estos no son mostrados de forma gráfica aún cuando representan una situación extrema.
Si bien el ritmo que lleva la cinta es fluido y solamente se detiene para presentar varios flashback con el pasado de la vida de la pareja gay protagonista, con algunos percances familiares y la muestra de homofobia en otro, esto sigue sin resultar suficiente porque no logramos conectar con los personajes, nos hace falta más explicación y en general todo se siente tan simple que lo único que vimos atractivo fue la tradicional aparición del director en una escena, ahora como un vendedor de productos de TV, el que uno de los integrantes de la pareja tiende a ser explosivo y eso asusta al otro y la naturalidad con la que el tema gay se aborda.