Las películas mexicanas que resultan una sátira que crítica cuestiones políticas, religiosas y sociales, siempre estarán en la mira del público por la fuerte polémica que causan a su alrededor, es por eso que después de diferencias con Netflix, por la cual no se estrenó en la plataforma el año pasado como se tenía previsto, y bajo el señalamiento por parte del actual gobierno que preside AMLO por tratar de evitar su estreno, finalmente llega a las carteleras de cine ¡Que Viva México!, el nuevo trabajo del director Luis Estrada, aquel que en su momento nos brindara “La ley de Herodes”, “El infierno” y “La dictadura perfecta”, ofreciendo ahora una crítica sobre la esencia de la famosa 4T.
Bajo una fábula ácida y llena de envidias, es como visibilizaremos los tiempos de confrontación e intolerancia que existen en el México del actual mandato, esto en una experiencia de tres horas y media con una aventura cruelmente dolorosa hasta las carcajadas de lo que lamentablemente es la aspiración a una mejor calidad de vida, los problemas de herencias que se dan en la familia y las enormes mentiras que el gobierno brinda a sus ciudadanos en un país donde sigue sin existir mejoría, todo bajo la representación de personajes con los que nos podemos identificar y que están interpretados por actores de primera calidad.
La historia se centra en la vida de Pancho Reyes (Alfonso Herrera), un próspero oficinista de clase media casado y con dos hijos que maneja una vida aparentemente estable y el cual abandonó a su empobrecida familia de nacimiento con tal de lograr sus aspiraciones de ascender a una mejor vida, en la cual es un poco cruel con las personas a su mando. Sin embargo, 20 años después, y de manera inesperada, Pancho recibe la llamada de su padre, Regino (Damián Alcázar), quien le informa sobre el fallecimiento de su abuelo Don Francisco Reyes y la posibilidad de que sea uno de los herederos de su fortuna, la cual solamente será leída si hace acto de presencia en el pueblo La Prosperidad, el cual se cae a pedazos. Su llegada al lugar, con todo y sirvienta, desencadena el inicio de una batalla campal y disputa entre el beneficiario de la herencia y “Los Reyes” que lo consideran un arrogante, ingrato y malagradecido, prácticamente un “Fifí” al que buscarán dañar hasta lograr su objetivo: quitarle todo lo que ellos sienten que les pertenece.
Señoras y señores, pese a que tendremos un par de escenas asquerosas, esta película ha resultado una verdadera exquisitez si eres amante de reírte sin poder parar de todo aquello que es cruelmente cierto, y es que esta producción, pese a ser la más ligera de todas las realizadas por el director, tiene muchos elementos que la hacen divertida, necesaria y soportable para todos aquellos que no estén acostumbrados a estar muchas horas dentro de una sala de cine.
La producción es de primera calidad, la representación de los personajes, la ambientación y el score son los ideales, lo que te hará disfrutarla de principio a fin gracias a la actuación de Alfonso Herrera, Ana de la Reguera, Joaquín Cosío, Ana Martin y la grandiosa Angelina Peláez, cada uno con su personalidad bien definida, algunos de ellos interpretando más de un papel, como es el caso del talentoso Damián Alcázar, quien personifica a tres hermanos totalmente opuestos (un bueno para nada, un político corrupto y un sacerdote gay), llevándonos así por un viaje en el que los pleitos saldrán a flote y la guerra que se iniciará cuando todos saquen sus verdaderos deseos ambiciosos que los terminarán por llevar a la ruina.