El tema es que, en un mundo tan egoísta e intensivo como el nuestro, es muy difícil ver cómo es posible acercarse a tales grados de conexión, y ni hablar de vivir en ellos. Mientras tanto, en cada momento que pasa, parecería que el tren vuela precisamente para el lado contrario.
El homosapiens del Siglo XXI, está ensimismado de manera obsesiva. Un ejemplo increíble de esto es el de una señora de Taiwán que se compró un vestido de novia, alquiló una sala de eventos y… se casó consigo misma (increíble pero real).
“Oh”, pensarán ustedes moviendo la cabeza de lado a lado, “¿qué significa esta totalidad?” Solo hay que cambiar los anteojos negros con unos rosados y descubrir que no todos están tan sumergidos en sí mismos. A la prueba está, hay aun quien se preocupa por los desvalidos, y quien ayuda sin recompensa a los enfermos y se preocupa por el bienestar de nuevos inmigrantes.
Nosotros también hemos donado dinero, tiempo y energía, más de una vez. En resumen, el espíritu voluntario no ha pasado del mundo.”
Este tipo de argumentos, solo enfatizan la perspectiva diferente de la sabiduría de la Cabalá. Según la sabiduría de la Cabalá, no hay persona en nuestro mundo que no esté motivada, en cada una de sus acciones, por cálculos de beneficio propio.
Cada uno de nosotros, cada persona sobre la faz de la tierra, funciona según un programa interior que le obliga a preocuparse por sí mismo. A veces, los cálculos son complejos y es difícil identificar la motivación real detrás de la acción, pero también en estos casos, el incentivo es el mismo incentivo – beneficio propio.
Por ejemplo, una persona que da caridad en secreto, puede que lo haga partiendo del pensamiento que algún día él mismo o alguien de su familia pueden hallarse en una situación similar.
A través de su generosidad, se tranquiliza a sí mismo de que si llegase a encontrarse en un estado igual, habrá quien le ayude a él también, y ni hablar del orgullo que acompaña este tipo de acción. Ésta también es una digna recompensa para el deseo de recibir.
Cada acción de entrega en nuestro mundo está motivada por intereses de recibimiento. En este asunto (y no solo en él), este discernimiento de los cabalistas es cortante: o trabajas con la intención con el fin de recibir o trabajas con la intención con el fin de otorgar. Y en nuestra realidad, en este mundo, todos trabajamos con la intención de recibir.
La intención es lo principal. No importa qué acción se haga – aunque partamos el cielo con oraciones por la paz del mundo, salvemos a los delfines de la extinción, protejamos los derechos de los refugiados – si la intención que se encuentra detrás de esta acción es “¿en qué me beneficio?”, no se trata de un acto de otorgamiento. No es de este tipo de otorgamiento y entrega a lo que se refiere la sabiduría de la Cabalá.
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