Aquí debemos detenernos un instante y hacer un comentario importante: la sabiduría de la Cabalá no es filosofía. Los cabalistas no construyen sus explicaciones basadas en argumentos lógicos. Todo lo escrito en los libros de Cabalá está basado en un alcance práctico de los cabalistas de la realidad espiritual.
En otras palabras, los cabalistas nos escriben sobre la misma espiritualidad, como se les ha revelado, y no como creen que es. Este es un punto fundamental, ya que define la actitud correcta para estudiar la sabiduría de la Cabalá: esta sabiduría debe estudiarse con el deseo de descubrir la espiritualidad en la práctica, en los sentidos y no para debatir sobre ella. Ampliaremos sobre esta postura con más profundidad a lo largo de todo el curso.
Volvamos a lo nuestro. Los cabalistas, en su alcance espiritual, captaron que el plan de la creación es beneficiar a sus creados, es decir, elevarlos al nivel del Creador. Pero la condición básica y principal para realizar el plan de la creación es que el hombre desee hacerlo por sí mismo, que sea consciente de su deseo y lo realice de forma independiente.
El plan de la creación no se puede implantar por la fuerza o de forma inconsciente, porque quien no está consciente de sus actos o lo hace forzadamente no se asemeja al Creador. Así como el Creador es la fuerza creativa y activa en la creación, así también debe ser el creado.
Por lo tanto, para que el hombre tenga un deseo propio de asimilarse al Creador, debe sentir en un principio el placer de ser como Él y luego, este placer debe desaparecer.
Sólo así nacerá en la persona, el deseo independiente de disfrutar nuevamente de ese placer. Es así en realidad como nacen en nosotros todos los deseos.
Por ejemplo: nace en nosotros el deseo de un determinado alimento sólo después que lo hemos probado por primera vez y su sabor se desvanece – sólo así se despierta en nosotros un verdadero deseo sobre algo.
Por lo tanto, para despertar en el hombre un deseo propio de asimilarse al Creador, el deseo de recibir se creó lleno de todo lo bueno que está preparado para él, y desde ese estado de completa semejanza, llamado “Olam Ein Sof” (Mundo infinito), el Creador va alejando a su creado hasta la realidad llamada “este mundo”, en donde el individuo es totalmente diferente a Él.
En este mundo, el hombre es tan diferente al Creador, que no tiene ningún contacto con Él y se oculta completamente de Su creado. Como se explicó anteriormente, sólo a partir de ese completo ocultamiento, puede el individuo despertar dentro de sí un deseo independiente de asemejarse al Creador y lograr todo lo bueno y la abundancia que le está designado dentro del plan de la creación.
El proceso de alejamiento del hombre del Creador, del Mundo de Ein Sof hasta este mundo, se divide en cinco etapas. En cada una, va disminuyendo la medida de semejanza al Creador, y Él se oculta más aún. Cada etapa en el proceso de alejamiento del hombre del Creador se denomina Olam –“mundo”, del término hebreo Aalamá -” ocultamiento” (Ver gráfico N° 4).
El primer mundo, donde el creado se encuentra en su máxima semejanza al Creador, se llama mundo de Adam Kadmón (hombre primario). El segundo, donde la medida de semejanza al Creador es pequeña y la medida de ocultamiento es grande, se llama mundo de Atzilut.
Al tercero, cuarto y quinto mundo se les llama respectivamente mundo de Briá, de Yetzirá y de Asiá. Debajo del mundo de Asiá se encuentra este mundo, en el cual, como ya hemos aprendido, el creado es completamente diferente al Creador y el Creador se oculta de él totalmente. En la sabiduría de la Cabalá, al límite entre este mundo y los mundos espirituales superiores se les denomina “barrera”.
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