El punto en el corazón borra todos los valores previos que la sociedad inulcó al individuo. Todo lo que en su entorno se estimaba como bueno, no es suficientemente bueno para él. En cierta forma, él se asemeja a un niño que acaba de nacer, “una hoja en blanco” preparada para absorber en su interior nuevos valores de su entorno.
Solo que ahora, por primera vez en su vida, en contra de todo lo que ocurrió anteriormente, se abre ante él la posibilidad de determinar por sí mismo los nuevos valores conforme a los cuales se desempeñará. La única posibilidad de hacerlo, es eligiendo un entorno en donde el logro espiritual sea su valor supremo.
De aquí se comprende por qué nuestro libre albedrío es la elección de un entorno.
En una sociedad que determina que recepción = placer, y otorgamiento = dolor, no tenemos dominio sobre nuestra vida, porque es exactamente lo que nos dice el deseo de recibir. No existe quien pueda contrariar esas determinaciones.
En una sociedad como ésa, que se halla en una carrera sin fin tras los placeres físicos, reemplazan placer por placer y corren inconscientemente detrás de cada placer que determine la sociedad.
Cuando la sociedad dice que otorgamiento = placer, se crea una controversia entre el deseo de recibir, que se opone a esa determinación, y los valores de la sociedad. Es una buena controversia, porque ahora, la persona tiene dos opciones. Aquel que estaba sometido como un esclavo a su deseo de recibir, ahora está frente a una posibilidad adicional: preferir el otorgamiento a la recepción.
Ese conflicto, crea el lugar de nuestra independencia, el lugar del libre albedrío. En ese espacio, cada uno es libre de expresar dentro de sí, su deseo de otorgar.
Imaginen que reciben un auto nuevo. Suben a la carretera y comienzan a viajar. En la ruta, hay señales que orientan hacia el “placer” o el “vacío”, de manera natural, eligen solamente los caminos que conducen al “placer”. Para ustedes, es inconcebible visitar el “vacío”. También, todos los demás automóviles, eligen visitar el “placer”. Ninguno se dirige hacia el “vacío”.
Después de haber estado años viajando tras las señales del “placer”, llegan a la conclusión, de que no existe hay en esos lares un verdadero placer.
Ustedes buscan una solución. Pero como todos los vehículos de la carretera continúan eligiendo el camino del “placer”, y al no ver otro camino hacia dónde dirigirse, deben elegir igual que ellos. Ustedes se hallan en un punto muerto. En “placer” no hay verdaderamente placer, y no tienen la posibilidad de viajar a “vacío”.
La única manera de irrumpir en ese punto muerto es cambiando el entorno. Si pudieras encontrar un entorno en donde otros conductores se dirijan a “vacío” y les explicasen que las señales que apuntan hacia “vacío” son una ilusión, y de hecho, se dirigen hacia un lugar maravilloso, nuevo y especial, que no hay otro igual, un lugar de placer infinito, entonces, también ustedes tendrían la opción de llegar allí.
Porque Estamos en un Entorno
La parábola que selló la parte anterior de la lección, ilustra muy bien la situación en la que nos hallamos con el despertar del punto en el corazón, pero en todo lo atinente a la elección del entorno, puede crear confusiones.
La parábola indica que la persona debe cambiar el entorno en el que se halla y elegir uno nuevo. La verdad es y en este caso es muy importante destacarlo, que no tenemos que cambiar nada externamente.
Para elegir un entorno correcto, no debemos trasladar nuestra casa a un nuevo lugar, o desconectarnos de ninguna manera del medio cercano a nosotros.
Nuestro trabajo está en construir paralelamente al entorno en el que vivimos, uno adicional, cuyo valor más importante sea la espiritualidad. Tal como un trozo de hierro es atraído hacia el imán, así la persona que se despierta en ella el punto en el corazón, es atraída hacia el entorno de otras personas que también desean la espiritualidad, hacia los libros correctos y hacia el maestro, que le guiará en la manera de estudiar. Esta persona aun no eligió ese entorno y seguramente, no se ocupa de su construcción; fue encaminada hacia él sin que se lo preguntaran. Solo que ahora, después de llegar al lugar donde puede desarrollarse, se le otorga la posibilidad de construir su entorno espiritual y hacerlo crecer, dentro de su libre albedrío.
El trabajo de construir un entorno espiritual se divide en dos niveles:
- La construcción de un entorno interno.
- La construcción de un entorno externo.
Como en cualquier otro terreno del estudio de la sabiduría de la Cabalá, el trabajo interior es más importante que el trabajo exterior, pero el exterior es necesario para tener éxito en el interior.
En primer lugar, describiremos el trabajo que debemos hacer en la construcción del entorno interno, y a continuación, describiremos el trabajo externo.
Conforme a la sabiduría de la Cabalá, cada persona es, en su esencia, deseo
de recibir, y el grupo social en el que nos encontramos no es ni más ni menos que una recopilación de deseos. Nuestro objetivo, al construir el entorno espiritual, es acrecentar nuestro deseo por la espiritualidad.
En la medida que nuestro deseo por la espiritualidad sea mayor, podremos elevar la importancia por lo espiritual en relación a lo material. El tema es, que cada uno de nosotros comienza su viaje espiritual con el punto en el corazón, que como su nombre lo dice, es un punto pequeño, un pequeño deseo. Para agrandarlo y construir en nuestro interior el anhelo y la importancia por la espiritualidad, debemos adquirir los deseos de los demás; construir en nuestro interior un entorno espiritual, que prefiera lo espiritual a lo material.
Es un trabajo sutil, que exige mucha atención. Debemos localizar al deseo interno que guía a nuestros amigos hacia el camino espiritual e impresionarse justamente de él, elevar la importancia de ese deseo por encima de la imagen externa que es captada por nuestros cinco sentidos. Ese trabajo se realiza totalmente en nuestro interior.
Para implementarlo, no se nos exige ninguna acción externa, sino mucha sensibilidad, que se va adquiriendo con el estudio de la sabiduría de la Cabalá.
En resumen: debemos acumular en nuestro interior un gran deseo por la espiritualidad, y lo vamos construyendo al conectarnos con los deseos de los amigos en el camino espiritual.
De esa manera, erigimos el entorno espiritual en nuestro interior, y elegimos el entorno correcto.
Y existe también un trabajo en la elección del entorno exterior. El aumento del deseo por la espiritualidad lo podemos adquirir también con el estudio ordenado de la sabiduría de la Cabalá, en cada uno de los marcos de estudio de “Cabalá La´am”, con la lectura de los libros de Cabalá, mirando el canal de televisión “Cabalá La’am”, en la página web. Tanto los libros, como la televisión y la página web, son partes de nuestro entorno espiritual. Y en las horas libres, tenemos la posibilidad de optar por ellos.
Sobre la importancia de la elección del entorno, escribe Baal HaSulam con sus palabras precisas: “Quien se esfuerza durante su vida, y elige cada vez un entorno mejor, es digno de alabanza y recompensa… no por sus buenos pensamientos ni acciones, que surgen inevitablemente, sin elegirlos, sino por su empeño en adquirir un buen entorno para esos pensamientos y prácticas.
Y esto es lo que dijo Rabí Yeoshua ben Perahia: Hazte de un maestro y cómprate un amigo”. Otro de los caminos para la construcción de un entorno espiritual es la participación en la diseminación de la sabiduría de la Cabalá. Está escrito: “en la multitud del pueblo resplandece el Rey”.
Cuánto más cuantioso sea nuestro entorno espiritual, más aumentará su influencia sobre nosotros, y paralelamente, aumentará nuestra importancia por la espiritualidad. La participación en la diseminación de la sabiduría de la Cabalá como medio para el avance espiritual, es exclusiva para nuestra generación, por primera vez en la historia, la humanidad entera tiene que comenzar a elevarse hacia la espiritualidad.
Sobre la importancia de la diseminación de la sabiduría de la Cabalá para el desarrollo espiritual, ampliaremos más adelante.
Sobre la Vida y la Muerte
Al final de la lección, algunas palabras sobre nuestro famoso amigo, cuya cabeza es un cráneo con hendiduras de ojos, sus manos sostienen una guadaña y lleva un turbante en su cabeza, Resulta que él también está relacionado con el libre albedrío.
Para evitar malentendidos innecesarios, comenzaremos inmediatamente por el final: “el Ángel de la muerte” conforme a la sabiduría de la Cabalá, es, ni más ni menos, que “el deseo de recibir”. El famoso personaje que viene a quitarnos nuestra vida vestido con una larga túnica, puede tener cabida, tal vez, en películas de terror, pero no la tiene en la sabiduría de la Cabalá.
“Ángel”, de acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, es una fuerza que con su ayuda el Creador dirige la Creación. “Vida”, de acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, es la sensación de la espiritualidad, y la “muerte”, que nos aparta de la sensación de la vida verdadera, es, como se ha dicho, el deseo de recibir, o con mayor exactitud, la intención con el fin de recibir.
¿Qué relación hay entre la intención con el fin de recibir (el ángel de la muerte) y el libre albedrío? La relación es simple: nuestra verdadera libertad de elección se encuentra en la salida a la libertad del control de la intención con el fin de recibir.
En otras palabras, nuestra verdadera libertad es la liberación de manos del ángel de la muerte. Siempre que estemos bajo el dominio de la intención con el fin de recibir, ella nos manejará desde nuestro interior, sin preguntarnos, como una mano dentro de un guante, y no tendremos libre albedrío. Sólo corrigiendo la intención con el fin de recibir nos hacemos capaces de elegir.
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