Por Bnei Baruch
Hacia finales del siglo XX, el deseo de recibir en su etapa hablante, colmó su desarrollo en este mundo. Esto se refleja en dos sentidos:
1. El individuo ya no encuentra satisfacción llenando sus deseos corporales y sociales. Una sensación general de insatisfacción perturba más y más personas.
2. El deseo de recibir, la naturaleza del hombre, se revela en toda su magnitud. El individuo llevó a su punto culminante su capacidad de usar a los demás en beneficio propio. El mundo se conduce según el principio de “no hay nadie fuera de mí”.
El último paso en el desarrollo del deseo de recibir en nuestro mundo se refleja a comienzos del siglo XXI con la profunda crisis que ha dejado su impresión en todos los ámbitos de la vida: educación, familia, cultura, ecología, seguridad etc.
Pero las crisis no son necesariamente algo negativo. Estas señalan que la situación actual ya no da para más y llegó el momento de avanzar hacia la etapa venidera. Las fuerzas “negativas” que se revelan en el mundo, actúan como contracciones de parto, empujándonos hacia un nuevo nacimiento.
Somos realmente afortunados de vivir en una época en la cual un largo proceso de millones de años que comenzó antes de los tiempos, en el plan de la creación ha llegado a su final. Por primera vez en la historia de la humanidad, se dan las condiciones para el desarrollo consciente del individuo hacia la realización del plan de la creación.
El deseo de recibir creció totalmente y oculta al Creador del hombre. Pero es justamente dentro de este ocultamiento cuando uno puede desarrollar un deseo propio de descubrir al Creador, fuerza de amor y otorgamiento que domina al mundo, y recibir lo bueno que tiene preparado para uno.
Si bien el desarrollo del deseo de recibir llegó a su fin, este fin simboliza un nuevo comienzo. Más y más “puntos en el corazón” se despiertan en las personas en todo el mundo. El deseo de espiritualidad, el último paso en el desarrollo del deseo, comienza a revelarse en el mundo (Ver Gráfico N° 5).
La manera de implementar el deseo de espiritualidad, ascendiendo de abajo hacia arriba, es diferente a todo lo que conocemos. Y para eso, necesitamos la sabiduría de la Cábala.
Con el estudio de esta sabiduría, iremos escalando por esos escalones escondidos que descendieron desde arriba hacia abajo, a través de los cinco mundos espirituales, y se convertirán para nosotros en escalones de revelación hasta lograr asimilarnos totalmente al Creador, a la sensación de “bueno y benefactor”, al estado conocido como “final de la corrección” (Ver Gráfico N° 5).
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