Sobre el carácter científico de la sabiduría de la Cabalá escribe el Rav Kook en su libro “Tesoros del Raiá: “Así como el hombre necesita acostumbrarse a la naturaleza física y sus fuerzas, de ese modo y más, debe y tiene que adaptarse a las leyes de la naturaleza espiritual, que son las que gobiernan toda la realidad y de la que forma parte”.
Y en el capítulo “La Cabalá y su esencia”, escribe Baal HaSulam: “así como la revelación de la especie animal en este mundo y el orden de su existencia, es una sabiduría maravillosa, así, la revelación de la abundancia divina en el mundo, la existencia de los peldaños y sus formas de actuar, forman juntos una sabiduría maravillosa, increíblemente más maravillosa que la sabiduría de la Física”.
La Cabalá, es entonces, la ciencia de la investigación de la realidad espiritual. Investigándola, descubrieron que una ley actúa en toda la realidad – la ley del otorgamiento y del amor.
Esa ley interconecta todas las partes de la creación y las activa como un solo cuerpo, de modo que cualquier actividad de una de las partes del cuerpo general afecta al resto de las partes y al cuerpo entero.
Y más que nada, las acciones humanas se proyectan sobre todas las partes, pues son las más desarrolladas de la creación.
De acuerdo a la Ley de otorgamiento, cada uno de nosotros está comprometido a actuar en relación a todos los demás con otorgamiento, es decir, preservar el equilibrio correcto entre nosotros y el resto de las partes de la creación, de modo que sus acciones no afecten al cuerpo general.
Ese trabajo, que cada uno de nosotros debemos realizar (y mientras tanto no estamos haciendo, pues el deber de cumplirlo está oculto para nosotros) se denomina en la sabiduría de la Cabalá: “Trabajo del Creador”.
Es también el trabajo, que en el artículo “La Paz”, Baal HaSulam demuestra que hay que dedicarse a él. De hecho, toda la sabiduría de la Cabalá es una investigación científica del deber de servir al Creador, que es el trabajo de otorgamiento hacia el prójimo.
El Bien, el Mal y la Creación
Si creemos en los fanáticos del fútbol, entonces, el Creador existe, pero solo los días en que su equipo gana; cuando pierde, Su existencia es cuestionable.
Desde siempre, la humanidad ha buscado la fórmula de conexión entre la presencia de eventos “buenos” y “malos” y la existencia de la Fuerza Superior, o al menos, algún orden o justicia, que determine claramente cuándo recibirán una recompensa y cuando un castigo.
Por naturaleza, deseamos saber que existe un determinado orden y buscamos una respuesta clara a la pregunta: ¿por qué ocurren episodios “buenos” junto a episodios “malos”? Pero es difícil de encontrar tal orden.
La persona que observa la realidad con ojo crítico, descubre dos fenómenos contrapuestos.
El primero apunta a que la naturaleza es buena y toda ella está dirigida en un orden perfecto e impresionante.
Tomemos por ejemplo la maravilla de la creación de la vida. De una diminuta célula se forma un cuerpo que contiene billones de células, que componen cientos de sistemas sumamente sofisticados, y todos trabajan en perfecta armonía para la existencia del feto.
Todo aquel que investigue los caminos del desarrollo del cuerpo, que comienza con una célula solitaria y termina en el nacimiento, seguramente se admirará de la disposición ejemplar en la que el cuerpo se desarrolla, de acuerdo a un plan claramente definido de antemano que prevé todas las necesidades del feto, y finalmente, pone al recién nacido en brazos de los amantes padres.
Sin embargo, después que la “joya” crece y madura, es como que le botaran sin piedad a una guerra de supervivencia en un mundo desordenado e injusto. Pareciera que no existe ley alguna. Cada uno construye su éxito sobre la destrucción del otro, los malos gozan y la buena gente es pisoteada por ellos.
FIN
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