No era el momento.
Emociones Compartidas. Carlos López Gutiérrez de Velasco.
Me dejó un extraño sabor de boca ver lo que fue, muy probablemente, el último enfrentamiento entre Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro y Lionel Andrés Messi Cuccittini. No porque me hubiera quedado a deber, fue un lindo encuentro amistoso entre los dos más grandes de la época y a más de uno le emocionó verlos anotar en un mismo partido de nuevo. El tema es que una vez más me surgió la interrogante sobre la cabida que tenía el portugués en el futbol de más alto nivel a sus 37 años. ¿Realmente Cristiano ya no tenía la capacidad competitiva para algún club europeo?
Llegué a la misma conclusión que hace unas semanas: Ronaldo podía seguir perfectamente en el balompié del viejo continente, pero no de la forma que él hubiera querido.
Míster Champions salió de Manchester United porque no aceptó que Erik Ten Hag le quitara el papel protagónico y, tras un par de conflictos, rompió relaciones con el club. Eso hubiera sucedido en casi cualquier equipo de la élite dado que sus condiciones ya no estaban para ser la estrella en un sistema que necesitara de él un poco más que meter goles. Requería entonces que jugaran para él, reduciendo la lista de opciones, y aún así tendría que aceptar que ya no sería el héroe de la película.
Eso fue lo que sepultó la carrera europea del Bicho. A Cristiano Ronaldo lo terminó la misma cosa que lo mantuvo en la cima tantos años: su interminable autoexigencia. Es un futbolista que tiene que ser el mejor a donde vaya y, por lo mismo, no logró identificar el momento en el que debía asumir otro rol.
Me hubiera encantado que el de Madeira aceptara su papel secundario en el proyecto de Ten Hag. Tener a Cristiano como un líder moral habría apoyado muchísimo al crecimiento de prospectos como Garnacho, Pellistri o Elanga y al desarrollo del club en sí. Incluso, podía regresar al futbol portugués y aún lo tendríamos en las noches mágicas de la UEFA Champions League.
Había muchas formas de seguir en el más alto nivel, pero ninguna de ellas iba a cumplir sus exigencias económicas o deportivas. Al final, no pudo controlar su ego. Decidió entonces terminar con el capítulo europeo e iniciar una aventura exótica.
Nadie puede juzgarlo; sería muy fácil decir que yo hubiera hecho otra cosa cuando la oferta de 200 millones de euros al año no fue para mí, pero al verlo anotar un doblete al PSG en la Riyadh Season Cup, quizá, más de uno pensó que todavía no era el momento.
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No era el momento.
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