Por: Manuel Lucio/Retratista
Diana, una gran artista de la plástica mexicana, a su corta edad ya trascendió fronteras. Fue una tarde maravillosa de intercambio de arte, ella mostrando el suyo y yo sacando su personalidad que raya en lo conservador y lo futurista, retro futurista. Con una belleza clásica y unos modales refinados, aquella tarde la acompañó su señora madre con la cual también mantuvimos una charla amena: “Trato de remontarme al primer acercamiento con la pintura y me lleva directo a la infancia. Decía mi abuela que tenía que cargar con colores y papel en su bolsa en lugar de juguetes, pues siempre preferí dibujar. Tanto fue mi interés que mi mamá me llevó a una galería de arte donde conocí a quien fue mi primera maestra, la artista América Gabrielle. En su taller realicé mi primera pintura al óleo titulada “La familia” y esos tres girasoles que simbolizaban mi hogar, sellaron mi decisión de ser artista. Con el tiempo fue madurando el trazo, tuve la fortuna de conocer a grandes maestros que enriquecieron el aprendizaje y a pesar de la belleza que conlleva ese camino, también existen momentos de duda, incertidumbre y la necesidad de superarse a uno mismo. Hoy por hoy agradezco haber tomado el rumbo del arte y con él, expresar ideas y emociones. Absorber la esencia del paisaje, construir un retrato, plasmar con el ojo educado y continuar aprendiendo. Mi obra siempre va a exponer quien soy y lo que percibo. Ahora me encuentro realizando una colección privada la cual está en proceso para exposición. Si me piden un consejo para la nueva generación de artistas es que nunca pierdan su esencia, mantengan los pies en la tierra y los ojos en el mundo, que nunca dejen de creer en sí mismos y que el aprendizaje nunca termina”.