A casi un siglo del inicio de estudios del ambiente que dieron pie al Sistema Nacional de Irrigación, en esta ocasión las consultas realizadas por el ingeniero Francisco Javier Ugalde Acosta, coordinador de Divulgación del INIFAP en la Hemeroteca Digital de El Dictamen destaca visita histórica realizada precisamente un día como hoy pero del año 1948, para conocer en campo el desarrollo de obras del Distrito de Riego del Río La Antigua.
Hablamos de la participación de autoridades en materia hidráulica, el ingeniero Adolfo Orive de Alba quien luego fue creador de la Comisión de la Cuenca del Papaloapan; ingeniero Pedro Álvarez Torres, gerente de obras de ese programa; don Juan Malpica Mimendi, subdirector de El Dictamen, promotor del aprovechamiento racional y técnico de la tierra; maestro Alfonso Valencia Ríos, periodista de proyección nacional y el diputado federal Ricardo Rodal Jiménez.
Problema agrícola de México
En aquel momento de la historia de nuestro país, las manifestaciones de pobreza en México resultaban alarmantes, excesiva desnutrición sin importar el potencial alimenticio de buena parte de nuestro territorio, consecuencia de falta de agua requerida en el cultivo de productos básicos cuando sólo el 7 por ciento de las superficies húmedas garantizaban cosechas durante casi todo el año.
Ante esa deplorable realidad, escenificando el círculo vicioso de la miseria acompañado de todas las calamidades, de manera importante la salud; el gobierno emprendió campaña intensiva en busca de sentar bases de estudio serio, profesional. A partir de 1927 activaron frentes en firme para conocer alcances intrínsecos.
Allí nació la Comisión Nacional de Irrigación que luego se convertiría en Secretaría de Recursos Hidráulicos.
52 por ciento de zonas son áridas
Producto de las investigaciones del ingeniero Adolfo Orive de Alba considerado el mexicano más brillante en el tema de la ciencia hidráulica, llegó a la conclusión de que el 52 por ciento del suelo con vocación agrícola está localizado en zona árida en la cual nada se puede sembrar sin el recurso del riego llámese rodado, por aspersión, goteo y otras técnica modernas, donde el agua es indispensable.
Otra clasificación corresponde a semiáridas con el 31 por ciento; semihúmedas el 10 por ciento y húmedas sólo el 7 por ciento.
Urge continuar la cruzada que 8 décadas atrás sentaron gobiernos visionarios con la apuesta de fomentar el recurso de la tecnología aplicada en favor de la irrigación, factor que sería detonante de la incorporación de miles de parcelas ahora ociosas por carencia de infraestructura agrícola.
Pasar del discurso electorero a los compromisos serios para garantizar autosuficiencia alimentaria, sigue pendiente el hecho de honrar la palabra de funcionarios, sin importar colores partidistas ni ideologías.
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