La bomba que explotó.
Emociones Compartidas. Por Carlos López Gutiérrez de Velasco.
Henry Martín estará jugando el último partido de la temporada regular con el América de México para defender lo que hoy es un liderato de goleo y al final de la jornada puede ser el campeonato. Sería la cereza sobre el pastel para un futbolista que ha luchado mucho tan sólo para ganarse la aprobación de la afición azulcrema y que en estos momentos se está terminando de consolidar como uno de los referentes mexicanos en la liga nacional. Es el protagonista de una de esas historias que me emociona relatar: una de constancia y superación
Martín Mex nunca fue particularmente bien recibido en Coapa. Llegó al nido, alrededor de críticas y cuestionamos, para el Clausura 2018 después de tres temporadas y media con Club Tijuana, siendo para el equipo de la frontera poco más que un jugador cumplidor. Sus primeros números vestido de amarillo no fueron magníficos ni nada parecido, pero ayudó mucho que en ese torneo el Club América ganó la estrella número trece y es bien sabido que las críticas desaparecen cuando llega un trofeo nuevo a las vitrinas.
Ser el nueve del América representa un peso emocional y no todos pueden manejarlo. Es más difícil llevar esa presión cuando no lo estás haciendo bien. Tener que darle la vuelta a un mal momento en una situación crítica es tarea digna de un guerrero. Y es por eso que tiene tanto mérito lo que ha hecho Henry Martín en la última temporada. Hace un año se encontraba en una sequía que lo llevó a estar sumergido en depresión, incluso tuvo que cargar con burlas constantes como ser apodado Patas de Raqueta, y hoy está cerca de ser renovado por el equipo más importante del país hasta 2026 y a noventa minutos de romper la hegemonía extranjera de campeones de goleo de la Liga MX, el último nacido en México en hacerse del título de anotaciones fue Alan Pulido en 2019.
14 goles en 16 partidos en un torneo corto y 27 dianas en 37 encuentros de la temporada completa son, ahora sí, dignos números del jefe de ataque americanista. Mucho más que dignos, diría yo. Cuando más se le cuestionaba y cuando más lo necesitaba el equipo azulcrema, la Bomba de Yucatán encontró su mejor versión. Casi como de película, porque su resurgimiento coincide mucho con las fechas en que tuvieron la gira amistosa en la que enfrentaron a Chelsea, Real Madrid y Manchester City. Algo así como si le hubiera robado los poderes a Erling Haaland o Karim Benzema, muy del tipo de la cinta noventera Space Jam.
Y hoy, Henry es una carta fuerte para ser el centro delantero titular de la Selección Nacional. Está allí, compitiendo semana a semana con Santiago Giménez, quien está teniendo una grandísima temporada con el Feyenoord de Rotterdam del futbol neerlandés alcanzando los veinte gritos de gol que tuvo Javier Hernández en su primera temporada europea. Incluso como segundo delantero, le viene muy bien al combinado nacional, y al futbol de nuestro país, tener a un jugador que, por números, goza de los mejores rendimientos individuales ofensivos en todo el mundo durante 2023. Y eso es lo que ha sido Henry.
Ahora, la tarea es mantenerse. Es muy difícil llegar al momento que hoy vive el meridano, pero lo es aún más que no sea un tema de una maravilla de una sola temporada. La siguiente meta es que sea sostenido y duradero. Que el delantero del América siga escalando en la lista de los máximos goleadores históricos de Coapa, donde ya ocupa la décima posición. Está a un gol o asistencia de superar al ídolo americanista, como lo es Cuauhtémoc Blanco, en ser el futbolista del América con más participaciones directas de gol en una edición de la fase regular en torneos cortos del balompié mexicano.
Después de muchos años, la Bomba explotó y no es momento de que se apague.
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