Desde nuestra infancia, se nos ha enseñado a consumir doce uvas durante la cena de Año Nuevo como una tradición para pedir deseos. Sin embargo, es comprensible que a lo largo del tiempo hayamos cuestionado el origen de este ritual. En el presente artículo, procederemos a explicarlo.
En América Latina, esta tradición se popularizó a finales del siglo XX, cuando el periódico El Imparcial publicó un artículo sobre las ‘Uvas Bienhechoras’ que se consumían en año nuevo acompañadas de un brindis.
Aunque esta práctica tuvo su origen en la burguesía parisina, pronto se replicó en México, Perú, Chile y Argentina.
Algunos historiadores difieren sobre el origen de este ritual, pues mencionan que se creó en 1909 en Estados Unidos, cuando los agricultores lograron una enorme cosecha y como agradecimiento, comenzaron a repartirlas entre los pobladores.
Te contamos por qué se comen 12 uvas en la cena de año nuevo
Otro de sus posibles orígenes son las 12 campanadas en Madrid que simbolizan los 12 meses del año.
Cual sea su nacimiento, lo cierto es que según los historiadores, las uvas tienen un valor positivo, por lo que podrían traer prosperidad a la vida de las personas que las consumen.
De acuerdo con la costumbre, se deben pedir 12 deseos antes de la media noche, en cada bocado se debe desear una cosa, cuando el reloj marque las 12:00 en punto es importante comer la última uva y pedir el último deseo.
En lugares como Argentina, donde la temporada de uvas aún no comienza, se pueden reemplazar por las uvas pasas o los arándanos.
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