Transcurrieron casi 50 años del momento de que sastres del puerto dejaron de ocuparse en la confección de trajes ocupados en las comparsas cuyo número de integrantes rebasa la capacidad del equipo y personal de sastrerías locales.
Hoy ese segmento del carnaval queda en manos de negociaciones poseedoras de equipo industrial con capacidad de desplazar volúmenes importantes.
Con timbre de añoranza dijo lo anterior el señor Manuel Porras Sánchez, veterano representante de este gremio quien reconoce que la modernidad se impone sobre el ejercicio de actividades artesanales.
Cuando mucho, realizan actividades secundarias en materia de ajustes en talla; pero hasta allí, la parte fuerte de la inversión en este tipo de vestuario se queda en manos de empresarios de Puebla y la Ciudad de México.
La sastrería va en caída libre
Por otra parte, también sentó un panorama triste en el tema de la sastrería en Veracruz, otrora asiento de grandes maestros cortadores cuyo prestigio trascendió de nuestro territorio.
Otra vez se impone la industrialización sobre el trabajo artesanal por ventajas en precio y entregas inmediatas de las prendas. Es más, en los almacenes hasta proporcionan ajustes necesarios sin cargo adicional a la compra. En esas condiciones, nada tiene que hacer el artesano en la competencia de mercado.
Tan deprimido se encuentra este oficio, abundó Porras Sánchez que prácticamente desaparecieron los clientes habituales que solicitaban hechuras de pantalones o camisas.
Por lo tanto, si hablamos de un promedio de 10 casos diario en este momento se queda en 1 y con frecuencia ninguno.
Encarecen insumos
Se vive situación complicada en extremo con el encarecimiento de insumos básicos en la confección de pantalón, desde hilo, cierres, popelina, botones, broches en éstos últimos apenas 2 años atrás el ciento de los mismos tenían costo de $ 80.00 y hoy se cotiza en $ 450.00, en esa proporción ocurre el cobro final al cliente.
Ante la carga de calamidades, dijo, la subsistencia de los pocos sastres vigentes formales e informales que laboran en sus domicilios particulares depende de los arreglos, ajustes de tallas en cintura, mangas o valencianas de pantalones.
De manera esporádica suelen pedir hechuras cuando el solicitante presenta obesidad en grado extraordinario y les resulta muy complicado encontrar la medida en almacenes.
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