La vida es un enorme cliché, esto debido a todo aquello que nos ofrece el mundo exterior día a día y que normalmente es lo que se toma como referencia de lo que debe ser correcto, pero lo cierto está en que nosotros mismos podemos lograr un cambio y es ahí donde se muestra la diferencia, nunca dejando de luchar por lo que queremos y buscar lo que tanto deseamos.
Al final de cuentas el amor es necesario, no importa el molde con el que se muestre, es un sentimiento entre iguales y diferentes que cuesta trabajo encontrar, por eso se dice que cuando aparece y nuestro corazón sabe que ahí es nuestro lugar correcto, debemos cuidarlo, protegerlo y cultivarlo de una forma que nos brinde ese futuro que queremos, el de estar al lado de alguien que no importa sea un polo totalmente opuesto, es ese alguien al que sabemos le gusta estar con nosotros, por quien sentimos algo muy especial y a quien tenemos en nuestra mente durante todo el día.
Ver “SMILEY”, la serie navideña de 8 episodios de Netflix, es un reflejo idéntico de lo que hoy en día viven hombres y mujeres, gays y lesbianas de todas las edades en su camino por encontrar ese “algo” faltante en sus vidas, que va desde la compañía, el amor, la amistad, la realidad, lo familiar, problemas emocionales, temores, patrones destructivos, inseguridades, hasta ese fuerte golpe en el rostro de saber lo importante que es sentirnos principalmente bien con nosotros mismos, en donde queda demostrado que un simple mensaje o un emoji pueden hacer un cambio radical cuando dejamos de lado el miedo para brindarle la bienvenida a una experiencia que puede ser la más importante en tu vida, aquella que te pueda salvar de la soledad y que te brinde el futuro que deseas.
Álex, un barman, tiene el corazón roto tras sufrir un desengaño amoroso, uno más a la larga lista debido a los lugares incorrectos en los que busca. Luego de pedir explicaciones con un mensaje de voz, se lo envía por error a otra persona, Bruno, un arquitecto amante del cine al que no conoce de ninguna parte. Este inocente despiste cambiará la vida de Alex y Bruno para siempre, ya que el segundo, que también se encuentra pasando una etapa de mediana edad difícil en la que se siente rechazado y un poco olvidado, decide regresarle ese mensaje con una llamada telefónica, lo que los llevará a conocerse en persona y descubrir que son totalmente opuestos, arrogantes y engreídos, testarudos y necios, superficiales y un poco orgullosos, pero que después de un intenso encuentro saben qué quieren estar el uno con el otro, por lo que viviremos una serie de aventuras que si bien son las más clichés y muy parecidas a lo comúnmente vemos en una clásica comedia romántica, aquí nos endulzarán por el enorme carisma que existe entre sus protagonistas Carlos Cuevas y Miki Esparbé, por el enorme apoyo y soporte en cada uno de los personajes secundarios que a bien tienen una presencia muy importante dentro de la historia, como es el caso de la complicada relación entre Vero y Patri, las enseñanzas de Javier, un hombre de 55 años que es el responsable de brindarnos esas palabras que alimentan el corazón, un Ramón que se sentirá traicionado y que en realidad es un buen partido en todo el sentido de la palabra, y un Ibra que defiende su forma de ser, que es una tentación, pero que también aprende de eso a lo que todos quieren llegar: Encontrar a quien podamos llamar “nuestra familia”, la cual está reflejada en el matrimonio formado por Albert y Nuria, con tres hijos y una vida soñada, pero que en el fondo deben atender esa chispa que están perdiendo.
Entiendo que hoy en día vivimos en un mundo en el que las aplicaciones de encuentro son el pan de cada día, se han vuelto necesarias en algunos aspectos, pero desgraciadamente para personas sentimentales, de buen corazón y que buscan algo duradero, formal y especial, estas no son las más adecuadas debido a la frialdad e irresponsabilidad que habitan en ellas, ya que de por sí la apariencia física es el determinante de si un encuentro ocurre o no, lejos de importar si existe un tema de plática, algo interesante, y es que Grindr figura aquí como ese peligro que jamás ofrecerá un abrazo, una buena charla, esa compañía de tiempo completo que deseas y mucho menos un amor verdadero, pero en ellas también cabe la posibilidad de poder experimentar esto, claro, todo depende de ti como ser humano, de lo real que seas y de lo bueno que quieras para ti y para la otra persona.
¿Vale la pena ver Smiley”? La respuesta es un rotundo sí por la naturalidad de sus actuaciones, la sinceridad en sus diálogos, porque fácilmente te puedes identificar con todos sus personajes, desde los protagonistas hasta los secundarios, porque te da esa bofetada para hacerte abrir los ojos de lo que en realidad es importante, porque te invita a ser auténtico y no querer aparentar lo que no eres, porque presume que los chicos sentimentales sí tenemos esperanza de encontrar algo bonito como siempre lo soñamos, porque no hay problema alguno en que seas el más intelectual o el más atractivo físicamente, porque no importa que seas diferente, siempre tienes algo para ofrecerle a la vida, porque está padre romperse en algún momento de tu vida para entender qué es lo que necesitas, porque siempre es bueno dejar de lado el orgullo, eso te llevará a descubrir que un sencillo mensaje puede hacerte sonreír por siempre.