Todavía no les ganamos.
Emociones Compartidas. Carlos López Gutiérrez de Velasco
Casi cuatro años han transcurrido desde la última vez que un mexicano pudo decir que su selección de futbol mayor le ganó un partido, oficial o no, al clásico rival. El pasado miércoles se alargó el récord con el empate a uno entre El Tri y el combinado de las barras y las estrellas.
A mí me preocupa porque, incluso jugando con cuadro alterno, Estados Unidos sigue demostrando que ya quiere hacer futbol. Que entiende de fundamentos, asociaciones y transiciones. Y si a eso lo sumamos sus grandes capacidades para adaptar el buen rendimiento físico al deporte, queda claro que su proyecto tiene por donde caminar. Van a seguir exportando, entenderán cada vez mejor a la pelotita y, si los manejos de nuestros federativos siguen siendo deficientes, se nos puede acabar lo de Gigante de la Concacaf.
El último partido puede entenderse por el marcador. Ese 1-1 me parece bastante justo y representa bien lo que sucedió. Un partido de lapsos: de momentos eran mejores los norteamericanos y en otros lo fueron los nuestros. Los de allá con presión alta para recuperar la pelota y transiciones rápidas para encontrar mal parado al equipo azteca, que es así cómo cae el del empate, y los de acá con un buen bloque bajo y jalando marcas desde medio campo para descargarse en las bandas. Un intercambio de golpes y nada para nadie.
Lo ingrato del partido fue que Estados Unidos lo empató cuando pudo haber caído el 2-0 nacional. Y más aún que haya llegado por un error del zaguero tijuanense, Víctor Guzmán, que había tenido un buen partido limpiando y anticipando hasta antes de gol.
La selección de nuestro país se paró con lo mejor que tenemos a la disposición en la liga azteca, al menos de acuerdo a Diego Cocca. Eso nos permitió terminar de ver a ciertas propuestas de relevo o cambio generacional, pero el tema vigente sigue y seguirá siendo lo que sucede en los extremos: el portero y el centrodelantero. No puede haber duda de que Guillermo Ochoa debe seguir siendo considerado como la primera opción, pedir su cambio basado en un concepto arbitrario de la edad es absurdo cuando es, por muy lejos, el mejor de los guardametas mexicanos y de los mejores de todo el plantel. Y arriba, Roberto de la Rosa es interesante, pero insuficiente. Me gusta cómo aguanta la pelota, pero le hace falta leer el ritmo. Más de una vez encontró el balón atrasado o adelantado y era entonces cuando México perdía posesión. No se ganó la continuidad.
No fue un mal partido de la selección, el sabor de boca es de buenas sensaciones y se puede ver a un equipo cada vez más trabajado. El problema es que los vecinos del norte ya se acostumbraron a que no les podamos ganar y han mantenido esa seguridad en todas las instancias. Y hasta en los lapsos superiores del Tri, siguen encontrando la manera.
Y nada bueno puede venir de que se acostumbre su imbatibilidad como la norma.
No tenemos señales de que el final del camino sea en el próximo encuentro, pero la siguiente oportunidad será en junio por las semifinales de la Liga de Naciones de Concacaf.
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Todavía no les ganamos.
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